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Los ciudadanos de Sion
    tan valiosos que valían su peso en oro,
pero ahora son considerados vasijas baratas
    hechas por un artesano ordinario.

Hasta las lobas amamantan a sus crías;
    dejan que se alimenten de su pecho.
Pero la hija de mi pueblo[a] se ha vuelto más cruel
    que el animal más salvaje del desierto.

La lengua de los bebés se pega a su paladar
    por lo sedientos que están.
Los jóvenes piden pan,
    pero no hay nadie que se los ofrezca.

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Footnotes

  1. 4:3 hija de mi pueblo Aquí es una forma simbólica de referirse a las mujeres de Jerusalén.